FUENTES DE INSPIRACIÓN
GLADYS AYCAYA
El pasatiempo de su
padre de comprar y
vender material reciclado en Tacna, se convirtió, hace 15 años, en un negocio próspero para Gladys
Aycaya. Recién en 2003 decidió formalizar su empresa, la que bautizó con el
nombre de Q’omer.
“Hace ocho años me
metí por completo al negocio, decidí formalizar la empresa porque sabía que
tenía que vivir de esto. Nadie me
enseñó, uno aprende a tropezones”, recuerda Gladys. Ella tiene 35 años y
dos hijos de 16 y 15 años de edad.
Su propio
progenitor, antes de retirarse de la empresa, le prestó S/.4 mil para que pueda
adquirir botellas plásticas y cartón. Hoy trabaja
con 300 proveedores recicladores
de Tacna, Ilo y Moquegua.
Ella dice que se
decidieron por este rubro porque nos dimos
cuenta que el Zofra Tacna era una zona de mucho comercio que generaba desperdicios de cartón y
plástico”, explica.
Cuando empezó, a
Gladys le tomaba tres meses llenar un camión de reciclados; con el tiempo, ha
logrado reducir la tarea a una semana. Su principal mercado es Chile, a donde envía 130 toneladas al mes.
Los desechos se usan para elaborar bandejas para frutas de exportación.
Reconoce que le han
hecho varias ofertas para comprar Q’omar, pero ella ha rechazado todas. “Me divierto en mi empresa, es como si fuera mi tercer hijito”, comenta .
Marty Metro
A Marty Metro, entonces asesor de Tecnologías de Información para Fortune
500 companies, le encantaba la idea de comprar algo usado y
venderlo a un precio mínimo. Había visto tiendas de segunda mano hacerlo con
éxito durante años con toda clase de cosas. “EBay se convirtió en una compañía
de US$10,000 millones vendiendo usado más barato que nuevo”, dice Metro.
En un viaje a través del país, Metro observó cómo cargaban cajas a un camión de
mudanzas. Recuerda haberle comentado a su esposa cuán difícil resultaba
deshacerse de ellas después de haberse mudado. “Las aplastan, las rompen y aun
así no caben en el contenedor de reciclado”, cuenta. A la larga, este
comentario casual lo inspiró para dejar su lucrativa carrera tecnológica en los
corporativos de Estados Unidos y lanzarse como independiente.
Su idea consistía en poner en contacto a las personas que tenían cajas usadas
con aquellas que las necesitaban; cumpliendo también el propósito de
mantenerlas lejos de los vertederos y ayudar al medio ambiente.
Aunque el empresario creía apasionadamente en el concepto, no sabía que primero
fallaría como minorista y se hundiría en deudas. Antes de cambiar las cosas,
tendría que replantear su concepto ecoamigable y
crear nueva tecnología para desarrollar a la larga un negocio multimillonario.
Pero primero tuvo que aprender duras lecciones. La travesía de Metro es un
ejemplo de inspiración, innovación y perseverancia, del cual todos los
emprendedores pueden aprender.
Un camino difícil
En 2002 Marty Metro fundó Boomerang
Boxes en Los Ángeles. La tienda vendía cajas de
cartón usadas al menudeo, principalmente a personas que se iban a mudar. Su
padre, contador público, se mostró escéptico y le dijo: “Vas a tener que vender
un demonial de cajas para pagar la renta”.
Desafortunadamente tenía razón. La venta de cajas a US$1 desde los locales
fijos no alcanzó para pagar las cuentas. En 2005, Metro se vio obligado a
cerrar los cuatro locales de Boomerang Boxes. Aparentemente a los consumidores
les había encantado la idea, pero la compañía estaba perdiendo entre US$15,000
y $US20,000 al mes y había acumulado deudas por más de US$300,000, que hoy en
día el empresario sigue saldando.
A pesar de todo, Metro se negó a darse por vencido. Comenzó a trabajar en un
plan inédito paravender cajas usadas en Internet.
“Nadie en la historia había realmente vendido cajas en línea, ya no digamos
cajas usadas –recuerda Metro, quien ahora tiene 40 años de edad–. Resultaba
demasiado caro enviarlas, así que la mayoría de la gente sólo acudía a una
tienda (y pedía las cajas que ésta desechaba)”.
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